Como un antecedente inmediato se puede conocer que La Bioética, es una disciplina nacida en el seno de una universidad norteamericana hacia el año 1970, bajo la inspiración del bioquímico estadounidense, profesor de oncología Rensselaer Van Potter, quien siendo un gran investigador sobre el cáncer de la Universidad de Wisconsin, pretendió acompañar múltiples procesos investigativos en torno a las grandes preguntas sobre la vida y sus implicaciones éticas (bios: vida y ethos: ética. Es decir, en otras palabras sobre la ética de la vida).
Hernán Rodríguez Villamil, en su obra “La bioética en la educación universitaria: perspectiva hermenéutica”, nos plantea que la universidad como el espacio propicio del encuentro de saberes, constituye un lugar privilegiado para reflexionar desde la bioética, los problemas propios de los últimos adelantos científicos, técnicos y tecnológicos que hoy presentan algunas dificultades para ser abordados solamente desde la ética clásica.
Sin embargo, como parte de esa reflexión sobre la aplicación de investigaciones, estudios académicos, científicos, tecnológicos, etc., viene al debate universitario el tema de “La ética de la investigación y la propiedad intelectual versus las prácticas anti-éticas y/o anti-universitarias en relación al derecho del autor” (el plagio), que de hecho ya está en los escenarios internacionales universitarios de discusión académica.
De acuerdo a Jesús Atahuasi Chaparro, de la Escuela Profesional de Derecho y Ciencias Políticas, de la Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann en Perú, “el plagio es una conducta que violenta la ética profesional del docente, ya que lesiona las dimensiones cognitivas: el pensamiento crítico; la dimensión personal-social: el prestigio y autoestima; y la dimensión: los valores de honestidad, integridad y el respeto de las ideas como la producción intelectual del otro”. Esto pone de manifiesto que se hace necesario investigar esta conducta incorrecta hacia el principio de la ética y el valor de la academia.
Según la definición de la Real Academia Española (RAE): Plagio es «copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias». Es usar el trabajo, las ideas, o las palabras de otra persona como si fueran propias, sin acreditar de manera explícita de donde proviene la información.
El 26 de noviembre del año 2018, en el marco del Día Mundial de la Bioética, el Dr. Ricardo Contreras, miembro de la Comisión Especial de Bioética de la Academia de Mérida y profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Los Andes, con relación al tema en mención, intervino en la programación organizada por el Grupo de Bioética de la Facultad de Medicina y allí ofreció la Conferencia académica denominada “Ética y antiética en la investigación científica”, exposición que giró en torno al tema del plagio y su relación con los valores éticos que deben prevalecer en la investigación científica.
En esta importante intervención magistral el Dr. Contreras, se dirigió a profesores, estudiantes, investigadores e invitados especiales, con la finalidad de ilustrar con ejemplos concretos que se han dado en el ámbito internacional y que deben ser tratados para que no se conviertan en un riesgo para la investigación científica en muchas otras universidades. Y de esa forma plantear científicamente que el plagio es uno de los azotes de la ciencia moderna.
En ese mismo tema el Dr. Contreras igualmente abordó el plagio en el área del aprendizaje, señalando que los estudiantes de hoy con el “copia y pega” “se han convertido en repetidores de conocimientos y que han abandonado el don de razonar para producir sus propios conceptos”; ya que crea un verdadero problema y sin retorno, en el proceso de enseñanza-aprendizaje, marcando barreras y falencias en el conocimiento de esa nueva generación.
Por su parte Juan Antonio Huertas, de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), sobre el tema explica que este fenómeno falto a la ética es un problema que en la práctica también viene afectando los entornos educativos, más aún cuando se trata de la elaboración de trabajos académicos a nivel superior, incluso, en las tesis doctorales o investigaciones. “En la práctica, supone transcribir literalmente frases sin referenciar”.

El académico de la UAM, en este caso simplifica que: “se considera que una obra ha sido plagiada si tiene un alto porcentaje de coincidencia con una obra ajena, sea de forma literal o con diferente semántica. Cuando se produce este hecho, además de suponer un problema académico, puede tener también consecuencias legales, debido a que la propiedad intelectual de una obra está contemplada en la Ley de Propiedad Intelectual, en la Ley Orgánica y en el Código Penal, el cual pena la distribución, comunicación pública o plagio de obras protegidas por la Propiedad Intelectual”. A nuestro entender, estas prácticas incorrectas e ilegales, carentes de todo principio ético o bioético deben ser contrarrestadas y detectadas a través de mecanismos exhaustivos de investigación, así como también a través de los nuevos programas y herramientas de software especializado para eso en cada una de nuestras universidades.
No hay dudas que frente al actual escenario de pandemia mundial a consecuencias del COVID-19, las universidades y centros educativos a nivel mundial han optado por readaptarse o reinventarse los nuevos programas educativos de forma virtual para así dar las clases y establecer procesos mediante las diferentes plataformas digitales, aptas para presentar y sustentar todo tipo de trabajos académicos o de investigación en los distintos niveles de enseñanza aprendizaje. En este nuevo escenario estamos seguros que al igual que los demás centros de enseñanzas a nivel mundial, nuestra Universidad de Panamá como la máxima casa de estudios, manteniendo siempre en alto el prestigio y la calidad académica, en sus plataformas posee herramientas y programas que han de permitirles detectar posibles contenidos irregulares (plagios), en textos, investigaciones, citas, fuentes, etc., en aras de respetar y valorar la ética, bioética y la propiedad intelectual.
La sociedad de este “nuevo milenio” se enfrenta a retos y cambios continuos, donde se denotan choques generacionales (residentes, nativos digitales y millennials), en el uso de modernas tecnologías. Por lo que, estamos ante un sin número de avances tecnológicos que si bien fueron previstos por visionarios y tomados como punto de partida para modelar el desarrollo de la sociedad, estas propuestas tienen impactos diferentes a diferentes escalas en las culturas heterogéneas como la de nuestras sociedades.
Pero esos cambios según la académica, Cruz Del Carmen Pinto Vera; no significan que todos los actores estén en una situación de igualdad, además el uso de esas tecnologías provoca una serie de cambios no solo económicos, sino también culturales, sociales, entre otros. Uno de estos es el uso de la red, en donde las interacciones y la comunicación toman dimensiones diferentes ya que no existen interacciones cara a cara que otorgue fiabilidad a la comunicación, y a la información, por lo que es posible que trastoque el ámbito educativo con datos falsos o de dudosa procedencia, que de no ser certificados previamente pueden ser contraproducentes a la ética.
Lo anteriormente planteado nos resalta la necesidad de incluir a la Bioética en el ámbito educativo nacional y a nivel superior, ya que ante estos procesos que implican cambios profundos en la sociedad humana, se debe formar para la libertad de elegir, entendiendo que la educación es el elemento fundamental para comprender los principios bioéticos en las nuevas relaciones humanas y académicas en nuestras sociedades.
En ese mismo sentido de ideas y con relación al caso específico de nuestra máxima casa de estudios universitarios, para agosto del año 2013, la Vicerrectoría de Investigación y Posgrado designó un importante grupo especializado para redactar un reglamento enfocado en la constitución de un Comité de Bioética para la Investigación, cumpliendo así uno de los objetivos del Reglamento de las investigaciones en la Universidad de Panamá. A este se le llamó Comité de Bioética de la Universidad de Panamá con sus siglas (CBUP), y su reglamento fue aprobado por el Consejo de Investigación en la reunión N°5-14 del día 11 de julio de 2014. Quedando de esta manera constituido el CBUP, adscrito administrativamente a la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, con autonomía en sus decisiones, protocolos y acciones.
Para septiembre de 2014, el entonces Rector de la Universidad de Panamá, Dr. Gustavo García de Paredes, designó a los primeros cinco miembros del CBUP contemplados en el Reglamento aprobado, siendo estos: Rosa Buitrago, farmacóloga y entonces vice-decana de la Facultad de Farmacia; Magaly de Chial, bióloga e investigadora de la Facultad de Ciencias Naturales; Pedro Pineda, filósofo de la Escuela de Filosofía de la Facultad de Humanidades; Claude Vergès, médica y profesora de bioética de la Facultad de Medicina y a Argentina Ying, entomóloga, médica e investigadora de la Facultad de Medicina. Este primer grupo asumió posesión el 25 de septiembre de 2014.
“Vigilar el respecto a la dignidad, integridad e identidad del ser humano en su entorno social y, ecológico fundamentado en su desarrollo integral y sostenible protegiendo a los seres vivos humanos o humanos y el ambiente como un todo”, era la Misión de este recién conformado comité de Bioética de la institución rectora de la academia y del pensamiento crítico.
Para marzo del año 2015, se designó a la Prof. Noemí Farinoni, socióloga e investigadora de la Facultad de Humanidades, ante la renuncia del Prof. Pedro Pineda y adicionalmente se nombró a la Dra. Esmeralda Arosemena de Troitiño, abogada, magistrada de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, como miembro pleno del comité.
En medio de este importante avance del CBUP, desde febrero del año 2015 anualmente se han realizado seminarios y talleres de Bioética de la Investigación, destinado a todos/as los/las directores/as de Investigación de la Universidad de Panamá; como un aporte fundamental al debate ético sobre la base de las declaraciones y publicaciones de la UNESCO en esta materia. Talleres que a partir del año 2018, bajo la administración del Dr. Eduardo Flores Castro, se integraron a la Escuela de Verano y a otras actividades que ofrece la Vicerrectoría de Extensión. Siempre con la Visión de “Constituirse en un organismo asesor de la Universidad de Panamá, para dar respuesta a los proyectos de investigación que involucren seres humanos, la utilización de sus datos personales o de sus muestras biológicas; la experimentación con animales o el empleo de agentes biológicos o de organismos genéticamente modificados. Cuyas respuestas sean vinculantes, aceptadas como tal por las autoridades universitarias, por las y los investigadores y el público en general, ciñéndose a los consensos éticos más elevados contemplados en las normativas nacionales e internacionales, reflejando así la calidad ética y su independencia como Comité”.
En esa búsqueda académica, de multidisciplinaridad y diversidad el CBUP, en el tiempoha incorporado nuevos miembros comprometidos con la ciencia, la tecnología y los Derechos Humanos, los cuales fueron ratificados oficialmente por el Rector de la Universidad de Panamá, Dr. Eduardo Flores Castro. Instancia que en la actualidad cuenta con académicos y científicos especializados en los diversos campos de conocimiento de la Universidad de Panamá, con la finalidad de “Garantizar el respeto a la dignidad, integridad e identidad del ser humano en los diversos campos de la investigación científica (esto abarcaría todas las áreas), en orden a la protección de los derechos fundamentales de las personas, el trato adecuado de los animales y la protección del ambiente”, como lo establece el objetivo principal de este comité bioético universitario que en la actualidad preside Claude Vergés, médica y profesora de bioética de la Facultad de Medicina.
Por. Félix E. Villarreal V. / Fotos: archivo de internet Senacyt Panamá