La Universidad de Panamá ha logrado obtener un significativo beneficio económico de ciento dos mil quinientos balboas (B/.102,500.00) tras cumplir con los requisitos estatales y llevar a cabo una subasta para deshacerse de la chatarra acumulada en sus instalaciones.
«Este proceso no solo ha sido beneficioso económicamente para la universidad, sino que también ha liberado un considerable espacio utilizado por profesores, estudiantes y administrativos de la institución. En total, se gestionaron más de 434 toneladas de chatarra», expresó Salomón Samudio, director de Servicios Administrativos de la Universidad de Panamá.
En un mundo cada vez más consciente de su impacto ambiental, la chatarra ha dejado de ser vista como simple basura para convertirse en un recurso valioso.
Desde el reciclaje de metales hasta impresionantes esculturas artísticas, las chatarras están viviendo una segunda vida que beneficia tanto al planeta como a la economía. La Universidad de Panamá se ha sumado a esta tendencia, gestionando y clasificando su chatarra en categorías ferrosa e informática.
Samudio señaló: «Decidimos liberar a la universidad de las chatarras y equipos en desuso, por lo que se organizó una subasta para la chatarra ferrosa e informática acumulada en Hispania Noriega (cerca del CAIPI), en las facultades, en los campus Harmodio Arias Madrid y Octavio Méndez Pereira, y en el Centro Regional Universitario de Chepo.
Esta primera subasta de basura informática y chatarra ferrosa se realizó a lo largo de unos seis meses».
Además, en cuanto a la chatarra de vehículos, Samudio añadió: «A través del Departamento de Taller y Transporte, logramos liberar todas las chatarras de vehículos que impedían un uso eficiente de las instalaciones.
En total, se extrajeron alrededor de 39 vehículos en condiciones de chatarra para su posterior reciclaje».
La gestión efectiva de la chatarra en la Universidad de Panamá no solo demuestra un compromiso con el medio ambiente, sino que también destaca el valor económico y espacial que puede recuperarse mediante prácticas sostenibles. Con iniciativas como estas, la universidad no solo contribuye a un planeta más limpio, sino que también optimiza sus recursos y espacios para el beneficio de toda su comunidad.
Por: Alfredo Meléndez Moulton
Foto: Cortesía (DSA)






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