Ante los acontecimientos en nuestro país, dados a conocer por diversos medios de comunicación a raíz de la visita del secretario de Estado de los Estados Unidos, señor Marco Rubio, y sobre los “acuerdos y compromisos” conversados con el primer jefe del Estado panameño, señor José Raúl Mulino, a todas luces, además de dejar un sabor amargo en la mayoría del pueblo panameño, se denota una actitud prácticamente tímida y algo dócil del gobierno panameño frente a la clara y manifiesta ambición y deseo impositivo del actual inquilino de la Casa Blanca. Esto se evidencia en la intención de retomar el control del Canal de Panamá, los puertos de Cristóbal y Balboa, el aeropuerto de Metetí-Darién y otras áreas hasta hoy administradas soberanamente por el Estado panameño.

Para el pueblo panameño, es motivo de gran preocupación y, a su vez, de malestar, conocer que no hay coincidencia entre lo informado hasta ahora por el primer jefe del Estado panameño sobre “lo conversado y/o acordado” en esa visita del señor Rubio, y lo que este último, como secretario de Estado de los Estados Unidos, ha dado a conocer reiteradamente ante los medios internacionales. Es decir, hay una especie de “verdad a medias” o, en todo caso, dos “versiones” contrapuestas.

Esto ha provocado que muchos sectores organizados del país, en nombre de sus héroes y mártires de la patria, activen sus alertas, procedan a actuar con dignidad, eleven sus voces y realicen diversas acciones o manifestaciones en rechazo a las pretensiones del señor Donald Trump y sus emisarios de imponer condiciones para arrebatarnos el canal y nuestra soberanía, que tantos muertos, sangre, luto y sacrificios le ha costado a nuestra tierra istmeña.

Lamentablemente, frente al accionar de los luchadores sociales en defensa de la patria, varios han sido objeto de intimidación, seguimiento, persecución, represión y hasta aprehensión por órdenes de altos mandos de la Policía Nacional, como lo han denunciado los dirigentes estudiantiles, gremiales y sindicales del movimiento social panameño y de la Universidad de Panamá.

Es preocupante, además, ver los niveles de acción e intimidación ejercidos últimamente por la Policía Nacional, como ocurrió en el campus Octavio Méndez Pereira de la Universidad de Panamá el viernes 31 de enero del presente año. Ese día, efectivos de la Policía Nacional y de los antimotines tomaron a la fuerza el control de todas las vías de entrada y salida de esta máxima casa de estudios sin que mediara ningún tipo de diálogo entre las autoridades policiales y las universitarias, al punto de darle la espalda a la máxima autoridad universitaria, quien intentó dialogar con el jefe de la policía en aquel momento crítico, donde incluso se tildó de “delincuentes” a los estudiantes de la Universidad de Panamá, institución que por muchos años ha formado, graduado y otorgado títulos a cientos de oficiales tanto de la Policía, el SPI y el Senafront.

Las acciones que viene realizando esta institución, cuyo lema es “Dios y Patria”, contra la Universidad de Panamá y, por ende, contra su autonomía, son realmente lamentables. Más aún en un momento histórico y a la vez crítico, en el que el imperialismo, representado en la figura del presidente Donald Trump, viene decidido a tomarse el canal y ultrajar nuestra soberanía y el control total de nuestro territorio.

Los hechos indican entonces que aquellos hombres y mujeres patriotas, universitarios y luchadores sociales que estén dispuestos a enarbolar las banderas de lucha para defender nuestra dignidad nacional, el canal y la soberanía, más que recibir el respaldo de quienes gobiernan, se enfrentarán a más represión, seguimiento, allanamientos, persecución y aprehensiones por parte del mandatario, su gobierno y sus organismos de seguridad.

Lo anteriormente planteado queda demostrado una vez más con la acción ocurrida el jueves 6 de febrero del presente año, cuando, en horas de la mañana, un oficial vestido de civil ingresó al campus Harmodio Arias Madrid (Domo de Curundú) con el pretexto de averiguar el paradero de un estudiante universitario para arrestarlo, pasando por alto la autorización del rector, como lo establece el Estatuto y demás reglamentos universitarios, y violando con ello la autonomía de la máxima casa de estudios.

Horas más tarde, pasada ya la mitad del día, efectivos de la Policía Nacional y antimotines, pertrechados y en actitud de combate, irrumpieron en una acción pacífica de volanteo organizada por los grupos estudiantiles. Sin mediar palabras, prácticamente pasaron por encima del rector y demás autoridades universitarias que intentaban dialogar con ellos y, en una especie de acorralamiento y asedio, los obligaron a retroceder para así tomar el control de todo el perímetro de la entrada de la Universidad de Panamá en la Transístmica, donde posteriormente iniciaron una detonación masiva de bombas lacrimógenas.

Frente a esta situación contra la Universidad de Panamá —conciencia crítica de la nación— y contra los dirigentes del movimiento social panameño, es realmente triste ver el escenario que se avecina. Aquellos jóvenes, hombres y mujeres que, en su calidad de ciudadanos y luchadores sociales, están dispuestos a manifestarse y a defender la patria, el canal y la soberanía serán asediados, reprimidos y perseguidos. Sin embargo, dignamente estarán dispuestos a pagar el precio con el fin de mantener vivo ese legado de lucha, heroísmo y dignidad heredado de nuestros héroes y mártires de aquella gloriosa gesta del 9 de enero de 1964, en defensa de la patria y la soberanía.

Texto: Félix E. Villarreal V.

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