Desde nuestra moderada objetividad, aunque la Asamblea General de la ONU designó el 22 de abril como el «Día Internacional de la Madre Tierra», mediante resolución aprobada en el año 2009, hay que partir señalando que la génesis de estas acciones en defensa de “Pacha mama” y en la búsqueda de reconocer su importancia, se remonta a los años ´70 que inició con un movimiento de ambientalista donde millones de norteamericanos se manifestaron de diversas formas en la calle para luchar por un medio ambiente saludable; entendiéndose que para aquellos años este no era un tema de relevancia o de prioridad en la agenda política los Estados o gobierno alguno.

Lo anterior ubica esta efeméride, no solo como una fecha vinculante a los ambientalistas, ecologistas o hacia los pueblos originarios, sino como una fecha anual para que todos los ciudadanos (as) del mundo recordemos, analicemos y reflexionemos sobre el cuidado real y urgente que requiere nuestro planeta, debido a la contaminación de ríos y mares avanza a pasos agigantados, la continua extinción animal y de muchas otras especies es evidente, el deshielo en las zonas polares es un hecho, así como las inexplicables alteraciones climatológicas y el deterioro irreversible que se viene evidenciando nuestra Gaia.

En ese contexto de ideas sobre el tema en mención, vale señalar que el Papa Francisco, siempre le dedicó tiempo y preocupación a esta crisis eco-ambiental insistiendo a los gobernantes del mundo sobre la necesidad crear conciencia en los ciudadanos sobre la conservación de la madre tierra. Es allí donde el Papa nos deja como herencia la segunda Encíclica Laudato Sí que aborda temas cruciales sobre el cuidado de nuestro planeta y la protección del medio ambiente, que pasa a ser la herencia y el legado a seguir de quien fue este grandioso peregrino de la Fe que hoy el mundo entero en medio del duelo reza y llora por la sensible pérdida de quien fue el Santo Padre de la iglesia católica de Roma y del mundo cristiano, que, al entregarse en cuerpo y alma ante el llamado del creador, inicia su caminar a la vida eterna.

La historia rescata aquel momento que el Santo Padre, un 22 de abril, pero del año 2023, en el marco de celebrarse “El Día Internacional de la Madre Tierra”, en un breve y profundo mensaje al mundo dijo: «El libro del Génesis nos dice que el Señor encomendó a los seres humanos la responsabilidad de ser custodios de la creación (Gen 2, 15)». Aquel texto citado por el Santo Pontífice además decía: «Yavé Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara». Es por eso que, en aquella ocasión el Pontífice expresó que, «el cuidado de la Tierra es una obligación moral para todos los hombres y mujeres en cuanto hijos de Dios.

Al respecto, el influyente filósofo, teólogo y profesor brasileño, Leonardo Boff, reconocido además por ser de la Orden de los Frailes Menores (franciscanos), por su contribución a la Teología de la Liberación y su enfoque en la ecología; en su escrito sobre “Los derechos de la Madre Tierra y su dignidad”, planteó que: “Hay una tradición que viene desde la más remota antigüedad que siempre ha entendido a la Tierra como la Gran Madre que ha generado a todos los seres que existen en ella. Las ciencias de la Tierra y de la vida, por vía científica, nos confirmaron esta visión. La Tierra es un super organismo vivo, Gaia (Lovelock), que se autorregula para ser siempre apta para mantener la vida en el planeta.

Para este Fraile Menor Franciscano; La Tierra en su larga historia y con más de 4,5 miles de millones de años guarda esta memoria ancestral de su trayectoria evolutiva. Ella tiene subjetividad e historia. Lógicamente, es diferente de la subjetividad y de la historia humana, pero la diferencia no es de principio (todos están conectados entre sí), sino de grado (cada uno a su manera). Una razón más para entender, con los datos de la ciencia cosmológica más avanzada, que la Tierra posee dignidad; y por eso es portadora de derechos, lo que corresponde por nuestra parte a los deberes de cuidarla, amarla y mantenerla saludable para continuar generándonos y ofreciéndonos los bienes y servicios que nos presta, acotó Boff.

Esto último coincide con uno de los mensajes centrales de la segunda encíclica del Papa Francisco “sobre el cuidado de la Casa Común”, publicada en el 2015, y línea coincide además con la Carta de la Tierra, que es uno de los documentos axiales de la nueva visión de la realidad, publicada en el 2000.

De modo que, tanto la encíclica como la carta en esencia resumen que: “el sueño colectivo que se propone no es “desarrollo sostenible”, fruto de la economía política dominante, antiecológica, sino que es “un modo de vida sostenible” que resulta del cuidado de la vida y de la Tierra. Este sueño supone entender a “la humanidad como parte de un vasto universo en evolución” y a la “Tierra como nuestro hogar y vida”.

Según el Teólogo Brasileño ambos documentos proponen, además, una ética del cuidado que utiliza racionalmente los bienes escasos para no perjudicar el capital natural ni a las generaciones futuras, ya que ellas también tienen derecho a un planeta sostenible y con buena calidad de vida. Esto solamente ocurrirá si respetamos la dignidad de la Tierra y los derechos que ella tiene de ser cuidada y protegida para todos los seres actuales y del futuro.

En la actualidad, las Naciones Unidas reconocen que la Tierra y sus ecosistemas son el hogar de la humanidad. Y en ese sentido, están convencidas que si se quiere conseguir un justo equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras, es necesario promover el respeto y la armonía con la naturaleza y la Tierra.

“La Madre Tierra nos implora detener los abusos y destrucción”. Este fue uno de los llamamientos que el Papa Francisco hizo a la comunidad internacional (cristiana y no cristiana), para que afrontara con seriedad y decisión la crisis climática y la pérdida de biodiversidad. “Detengamos nuestros abusos y su destrucción, unan a la familia humana para afrontar con decisión la doble crisis del clima y la reducción de la biodiversidad», también fue lo expresado por del Santo Padre ante la audiencia general, de las cumbres de la Conferencia de las Partes (COP-15 y COP-27) de la ONU.

Cabe destacar que la COP-15 (enfocada en el tema de la Biodiversidad) fue celebrada en Montreal, Canadá, en diciembre del 2022 y llegó a un acuerdo para proteger el 30% de la tierra, los océanos y las áreas costeras para 2030; mientras que la COP-27 (centrada en el tema del cambio climático) se realizó en Sharm el-Sheikh, Egipto, en noviembre de 2022 y profundizó las ambiciones y metas trazadas de la COP-26 para limitar el calentamiento global a 1,5°C, creando con ello un fondo para pérdidas y daños.

En la actualidad, millones de personas en más de 190 países participan y celebran con actividades diversas el “Día Internacional de la Madre Tierra”; sin embargo, cada año son más evidentes los daños y efectos causados por la explotación el saqueo de sus recursos hídricos, naturales, fósiles, minerales metálicos y no metálicos.

La efeméride es propicia para reflexionar y para actuar como panameños en defensa y protección de nuestra Madre Tierra, desde el seno de nuestros hogares, las aulas escolares, a través de la academia, la cultura y muchas otras iniciativas en la dirección de crear conciencia en defensa del planeta y sus ecosistemas nos dan vida y también sustento en (agua y alimentos), nos dan hogar y nos proporcionan un mundo de especies bellas, diversas y coloridas; desde lo micro de un organismo vivo (mineral, vegetal o animal), hasta lo macro de una montaña o de sus océanos.

“El Día Internacional de la Madre Tierra”, nos permite también como panameños hacer docencia, analizar, debatir y concienciar sobre el impacto y gran daño eco-ambiental que ha ocasionado en nuestro país la agresiva, ilegal e inconstitucional extracción de cobre, oro y otros minerales a consecuencia de la minería metálica a cielo abierto causada por Minera Panamá y la Trasnacional First Quantum Minerals. Asimismo, hacer un balance crítico sobre el daño e impacto que le va a causar a la población campesina el megaproyecto y construcción de los reservorios y embalses en Río Indio y otros afluentes hídricos; sumado a esto y no menos importante, la continua contaminación en muchos de nuestros ríos y playas a lo largo y ancho de nuestro Istmo.

De modo tal que, defender la Madre Tierra y todo nuestro ecosistema, no es tarea solo de los ambientalistas o de los pueblos originarios. Es una tarea de todos y todas como ciudadanos de nuestro suelo patrio y del mundo. De esta manera, el Papa Francisco, en su segunda encíclica Laudato Sí, claramente lo escribió: “El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar”.

Texto y Foto: Félix E. Villarreal V.

Deja un comentario