Pasado ya dos años de clases virtuales a consecuencia de la pandemia COVID-19 y sus múltiples variantes, regresa nuestra juventud a las aulas escolares de la máxima casa de estudios superiores, la Universidad de Panamá. Juventud que retoma de forma presencial la interacción académica en ese importante caminar “hacia la luz” como lo plasma el lapidario lema histórico y generacional de la casa de Octavio Méndez Pereira.
El año 2022 inicia un nuevo recorrido donde los estudiantes no solo han de ser considerados como el sujeto y objeto de la educación. Esa juventud estudiosa es la vida, la esencia y la termodinámica; que una vez regresa a las aulas enciende los motores e impulsa el andar de esa inmensa nave del saber, del aprendizaje y del conocimiento, llamado Universidad de Panamá, “la más grande y rectora en todo el territorio nacional”
En medio de un escenario de “no bajar la guardia”, manteniendo los protocolos y medidas necesarias de Bioseguridad; nuevamente regresa esa juventud, ávida de conocimiento procedente del campo, comarcas y de la metrópolis del país en búsqueda de nuevos retos y logros académicos, haciendo muy propia aquella frase de Albert Einstein que decía: “Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber”.
Decía el apóstol José Martí “Los estudiantes son el baluarte de la libertad”. Y es porque desde su óptica intelectual, veía al alumno como el ser humano con el cual se puede interactuar permanentemente y que por derecho, se le tiene que brindar siempre calidad y excelencia. Entendiendo que el proyecto educativo y visionario de Martí planteó siempre una perspectiva transformadora, en la que se incorpora la necesidad de un saber técnico, científico, crítico, estético, humanista, cívico y cultural; que ha trascendido en nuevas épocas aquella visión del apóstol cubano; que apuntaba claramente a la formación integral del estudiante. Esa, sin duda es una de las tareas fundamentales de la Universidad del pueblo panameño.
En esa línea de pensamiento, es importante señalar que hoy la Universidad con una planta de aproximadamente 4 mil docentes a nivel territorial, recibirá un total de 90 mil estudiantes; donde los que vienen por primera vez (primer año), serán atendidos de forma virtual a través de las diversas plataformas, salvo algunas excepciones académico-prácticas a desarrollar con estos. Sin embargo, como dato curioso e interesante, también retornan aquellos estudiantes que hoy inician su tercer año académico, pero que vienen por primera vez a conocer física e infraestructuralmente a su “Alma Mater” por dentro y de igual forma interactuar físicamente con sus compañeros y sus docentes (hasta ahora virtuales), en este año de nuevos proyectos, logros y retos en este complejo pero interesante mundo del conocimiento.
Albert Einstein decía: “A veces, uno sólo ve la escuela como instrumento para transmitir el máximo de conocimientos a la generación en desarrollo. Pero esto no es correcto. El objetivo ha de ser, por el contrario, formar individuos que actúen y piensen con independencia y que consideren, sin embargo, su interés vital más importante el servir a la humanidad”. Lo expresado por Einstein en definitiva se combina muy bien con los principios pedagógicos del ideario martiano, que en su esencia plantea como norte “lograr una educación integral, destinada a poner al hombre en su tiempo y modificar el medio que lo rodea. Estableciendo vínculo directo entre lo que enseña y la práctica de sus contenidos, con una cultura política desde una visión científica”.
Por su naturaleza misma, la Universidad de Panamá en su recorrido octogenario viene asumiendo liderazgo, retos, compromisos y objetivos concretos como los del Milenio, planteados por las Naciones Unidas, en el cual asume como institución educativa, el reto de cerrar la brecha de la desigualdad e inequidad entre los que tienen mucho y los que no tienen nada. Es decir, definir un Modelo Educativo que vaya en la dirección de atacar con educación los niveles actuales de desigualdad y pobreza aún existentes en pleno siglo XXI, finalidad que en los actuales momentos de pandemia y desesperanza, reitera de manifiesto la importancia de la educación superior que esta Universidad continúa aportando al pueblo panameño.
El académico Carlos Tünnermann, planteaba en su momento que el Modelo Educativo es la “concreción en términos pedagógicos de los paradigmas educativos que una institución profesa y que sirve de referencia para todas las funciones que cumple docencia, investigación, extensión, vinculación y servicios a fin de hacer realidad su proyecto educativo”, en beneficio del desarrollo del país. Y es precisamente ese modelo educativo y académico que la Universidad de Panamá continúa construyendo a lo largo de nuestra historia patria.
Historia patria que también registra innumerables momentos donde la juventud y los estudiantes panameños han jugado un papel preponderante en distintas luchas académicas, culturales, reivindicativas, política, sociales y por el rescate de nuestra soberanía nacional. Una rica e interesante cronología de hechos y sucesos donde los estudiantes universitarios de forma organizada han sido los principales protagonistas, logrando asumir la conducción y el liderazgo frente a los diversos problemas coyunturales del país a través de los grandes debates, movilizaciones, gloriosas gestas patrióticas e incluso insurrecciones como fue el caso de aquel alzamiento armado en el Cerro Tute en abril de 1959, mismo que hoy cumple 63 años de aquella acción liderada por jóvenes estudiantes con ideales muy claros, principios y convicciones patrióticas y revolucionaria.
La juventud de hoy que retorna y con ello le da vida a la Universidad de Panamá, desde luego tiene retos, metas y sueños por lograr; en medio de los posibles escenarios complejos y diversos que puedan surgir en el desarrollo del proceso académico. Entendiendo que esta máxima casa de estudios humanista, crítica y transformadora, siempre actuará como referente ante los diversos problemas y situaciones del país, aportando con ello propuestas y soluciones; sin dejar de ser epicentro de encuentros para el debate de ideas sobre los grandes temas nacionales e internacionales como conciencia crítica de la nación. Y es allí donde los jóvenes que retornan con mucho entusiasmo y energías, deberán pasar del conocimiento a la práctica, entendiendo que son ellos los principales protagonistas en esta nueva fase de la historia universitaria.
Por. Félix E. Villarreal V.