A 65 años de la gesta estudiantil de mayo de 1958, algunas tareas siguen pendientes

Por. Félix E. Villarreal V.

Foto: Cortesía

Aunque para muchos panameños tal vez la historia patria le sea algo irrelevante. Desde nuestro punto de vista es importante y fundamental recordarlas y explicarle a la juventud de hoy, que hace sesenta y cinco años estudiantes de los diversos colegios secundarios del país, comprendiendo que el año escolar iniciaba con un verdadero “caos educativo” en aquella época, y bajo la consigna de “más escuelas y menos cuarteles”, enarbolaron las banderas de luchas exigiendo el derecho a la organización estudiantil, el respeto a sus ideas, y el cese de la represión constantes contra las organizaciones populares del país; de igual forma condenaban la corrupción politiquera en el aparato educativo y denunciaban la profunda injerencia de la política norteamericanas en la estructuración curricular de los planes de estudios y en los asuntos internos del Estado.

Frente a esa realidad coyuntural, bajo las banderas de la otrora Federación de Estudiantes de Panamá (F.E.P.) que comprendía la Unión de Estudiantes Universitarios (U.E.U.) y la Unión de Estudiantes Secundarias (U.E.S.) representada por el Instituto Nacional, Colegio Artes y Oficios, Escuela Profesional Isabel Herrera de Obaldía, Instituto Fermin Naudeau, Instituto Istmeño, Liceo de Señoritas Instituto Justo Arosemena, Instituto Nacional de Agricultura, Escuela Normal Juan Demóstenes Arosemena, Colegio Félix Olivares, Colegio Abel Bravo y el Instituto Moderno asumieron la responsabilidad de actuar en función de sus justas reivindicaciones y soluciones a los problemas existentes en la educación y en el país. 

Frente a la negativa e incapacidad del gobierno de Ernesto De La Guardia en actuar responsablemente a favor de los intereses de pueblo panameño, los estudiantes se organizaron para convocar grandes movilizaciones estudiantiles a nivel nacional, mismas a las que se unieron las organizaciones estudiantiles de la Universidad de Panamá articulados en la U.E.U., el Partido del Pueblo, las Centrales obreras de la época y el pueblo panameño que se solidarizó espontáneamente con la lucha de los estudiantes secundaristas.

Estas movilizaciones y acciones pacíficas, y legítimas de los estudiantes que arribaron hasta la Plaza Catedral, para ser escuchados por el entonces Presidente de la República De La Guardia, fueron violenta y brutalmente reprimidas por la Guardia Nacional en aquella época, hecho que dio como resultando las primeras diez personas asesinadas y centenares de manifestantes gravemente heridos. Aquel acto criminal de hecho fue denunciado nacional e internacionalmente por la dirigencia de la FEP y por todo el pueblo panameño. Hecho nefasto que quedó registrado en las páginas de nuestra historia patria para nunca olvidar.

Aquel 19 de mayo de 1958, a razón del impacto de una bomba lacrimógena sin explotar en el corazón del estudiante del colegio Artes y Oficios José Manuel Arauz fue el primer mártir de esa gesta en caer en las inmediaciones de la Plaza Catedral. Luego de esto, Rolando Jiménez, Belermina De León, Miguel Batista, Eduardo Oscar Girón, Luciano Paz, Héctor Gómez Díaz, Oswald Campbell, Manuel De Gracia y Luisa Barnett; fueron los demás jóvenes asesinados durante aquella gesta del ´58.

Ernesto De La Guardia presidente de la República a través de su edecán Raúl Arias Espinoza, ordenó aquella cruel y violenta represión, cuando el movimiento estudiantil panameño actuó decididamente en las calles a demandar mejores condiciones de estudio y exigir al gobierno de turno una mejor educación, democrática popular y científica.

El pueblo panameño y su juventud estudiosa en medio del luto y dolor por los asesinatos cometidos, asumieron con dignidad y valentía, realizar los funerales y honrar a sus mártires caídos en la lucha y frente a sus tumbas hicieron el juramento de continuar la lucha, mismas que se prolongó el 21 y 22 de mayo, con acciones que de hecho fueron violentamente reprimidas bajo las órdenes directas del comandante de la guardia nacional, Bolívar Vallarino, quien además ordenó sitiar el Nido de Águilas y ordenó a su vez disparar a sus francotiradores, contra los estudiantes que desde allí resistían, acción criminal que en ese lugar dejó varios muertos y muchos heridos.

La reacción de la dirigencia estudiantil universitaria y de los pobladores de los barrios de Santa Ana, Calidonia, El Marañón no se hizo esperar en solidaridad y defensa de los estudiantes institutores, y con la finalidad de lograr rescatarlo y desalojarlo, para llevarlos en buses hacia la Universidad de Panamá. Acto seguido, vale resaltar que las múltiples acciones de protestas del pueblo panameño fueron expresadas y en el desarrollo de las mismas iba dejando decenas de heridos; muchos de estos socorridos en lo inmediato y llevados al hospital Santo Tomás y otros a la Caja de Seguro Social.

Ricardo Arturo Ríos Torres en su libro La Épica de la Soberanía en ese tema describe lo siguiente: “El país indignado por lo ocurrido se paraliza con una gran huelga nacional. El gobierno suspende las garantías constitucionales, censura a los medios de comunicación y militariza las ciudades de Panamá y Colón”, y no suficiente con esto, “La Guardia Nacional sitia a dos mil estudiantes instalados en la Universidad de Panamá, hay centenares de detenidos y heridos, el país llora a más de 30 panameños asesinados por la masacre iniciada el 19 hasta el 22 de mayo”.

Ante este trágico escenario de luto, lágrimas y dolor en el pueblo panameño, la dirigencia estudiantil universitaria de la otrora FEP impulsa una acción que conlleva a que las autoridades universitarias encabezadas por el entonces Rector Dr. Jaime De La Guardia (tío del Presidente de la República), en conjunto con gremios docentes, sindicales y profesionales del país logran algunas conversaciones con el gobierno en la búsqueda de un acuerdo de tregua ante la ola continua de represiones y conflicto nacional existente hasta ese momento. Es a razón de esto, días después se logra el conocido Pacto de la Colina el 29 de mayo de 1958, firmado en la Universidad de Panamá y en el que los estudiantes plantearon claramente sus demandas que en resumen  exigían:

·         Resolver como prioridad la crisis de la educación panameña en ese entonces

·         Destinar mayor presupuesto a favor de la educación panameña.

·         Indemnización para los heridos y para los familiares de los mártires

·         Renuncia de los comandantes de la policía nacional, que liderizaron la represión y los asesinatos.

·         Renuncia y castigo ejemplar al edecán presidencial Raúl Arias Espinoza

·         Renuncia del Ministro de Educación, Víctor Juliao, por incompetente

·         La construcción de nuevos planteles, a nivel nacional, entre otras demandas y reivindicaciones legítimas.

En este pacto, el presidente Ernesto De La Guardia y su gabinete ejecutivo de acuerdo al profesor Ricardo A. Ríos Torres “se comprometían a darle prioridad a las demandas estudiantiles para solucionar el caos educativos que se resumía en un asunto de urgencia notoria en respuesta a la democratización real de la educación nacional, indemnizar a los familiares de los caídos, liberar a los detenidos, adecentar a la Guardia Nacional y eliminar su participación en los negociados denunciados por la opinión pública”

Carlos Calzadilla en su obra Historia sincera de la República señaló que: “El Pacto de la Colina significó en el fondo, el reconocimiento del Panamá político, en su incapacidad para gobernar y quedó en blanco y negro la censura y corruptelas de aquel instituto armado de la Guardia Nacional dirigida por el comandante Bolívar Vallarino”.

Sin embargo, el incumplimiento posterior de este Pacto de la Colina se dio y la política represiva de Carlos Sucre como Ministro de Educación, en su afán de silenciar al movimiento estudiantil con la intención de expulsar a los dirigentes de las Asociaciones Federadas, así como la detención policía constante  dirigentes estudiantiles, según Ricardo A. Ríos Torres, provocaron un estado de permanente agitación y protestas nuevamente en todo el país.  La guardia Nacional, en octubre de 1958, volvió a sitiar el glorioso Nido de Águilas, ante la huelga general organizada por el Consejo Federal de la Federación de Estudiantes de Panamá, conformada y estructurada en aquel entonces por: Andrés Cantillo como Secretario General, Floyd Wendell Britton Morrison como Secretario Ejecutivo, Blas Bloise en Organización, Humberto Bruguiatti en Prensa y Propaganda, Narciso Cubas Pérez como Secretario del Interior, Nicolás D´Anello en la Secretaría de Relaciones Exteriores, Roberto Kraus como Secretario de Asuntos Nacionales, Ulises Martínez en la Sec. De Coordinación, Luís Aguilar en la Sec. De Asuntos Culturales, Eduardo Berbey en la Sec. De Finanzas, Ricardo Arturo Ríos Torres como Sec. De Actas y Archivos y Carlos Núñez como Secretario de Acción.

Sin lugar a equivocarnos, reconociendo de antemano el destacado papel heroico de los dirigentes universitarios en lo que fue la “Operación Soberanía” aquel de mayo de ese mismo año, la generación estudiantil, histórica, heroica y luchadora del 19-20-21 y 22 de mayo de 1958, fueron verdaderos ejemplos de la acción, la consigna, la voz ética con principios y dignidad por pretender hacer de Panamá un país con la distribución de sus riquezas de forma equitativa y sin privilegios. Fue una generación, cuya juventud  que al calor de la lucha, demostró una conducta insobornable con una clara conciencia patriótica y social, que nunca claudicó en sus ideales y a su paso rechazó las ofertas y halagos del poder político.

Para el historiador y abogado Jaime Flores; “Lo acontecido era una muestra más de la intolerancia que los distintos Gobiernos oligárquicos tenían desde hacía décadas en contra de las manifestaciones populares. Los gobernantes, en vez de dar respuestas a los problemas nacionales decidían refugiarse en los fusiles de la Guardia Nacional y provocar baños de sangre como los que se dieron aquel mes de mayo de 1958”. Esta intolerancia de los distintos gobiernos en el poder sigue vigente, ya que en la actualidad, frente a las protestas y manifestaciones que el pueblo ha realizado en las calles contra el alto costo de la vida, por sus derechos y reivindicaciones, a lo largo de los años la represión violenta, los encarcelamientos y la penalización de las protestas sigue siendo la respuesta inmediata; acciones violentas y represivas que a su paso valiosos hombres y mujeres han entrado en lista histórica de mártires y heridos.

Es un hecho que han pasado 65 años de aquella inolvidable gesta y a nuestro juicio, aún hay tareas pendientes por atender desde los colegios secundarios, las universidades públicas y desde el seno del propio pueblo y sus organizaciones académicas y sociales.

Y decimos esto porque, en pleno siglo XXI, siguen pendiente múltiples problemas en el sistema educativo, continúan las escuelas ranchos y multigrados, carentes de todo tipo de logística y tecnologías, los reclamos y reivindicaciones de los estudiantes siguen encabezando las listas de peticiones al igual que las de los educadores y padres de familia; son apremiantes las necesidades y exigencias por mejoras en las infraestructuras, mobiliarios y sobre todo calidad en la enseñanzas. Las mejoras salariales y pagos pendientes a los educadores están a la orden del día y no se permite la organización estudiantil como en las otrora época de las Asociaciones Federadas; los niveles la violencia y delincuencia aumenta en los planteles y aunado a ello continúa la deserción estudiantil producto de la actual crisis económica y del propio sistema educativo como política estatal; sumado a ello las nefastas secuelas y repercusiones que ha dejado en todos los aspectos la crisis por Pandemia.

En ese sentido recordar a José Manuel Araúz 65 años después, describiendo objetivamente el escenario actual y la crisis política y sistémica, corresponde a la juventud estudiosa panameña de hoy retomar las luchas y las tareas aún pendientes, desde sus respectivos planteles educativos; tareas que también ha de corresponder a los estudiantes universitarios a fin de retomar la beligerancia organizativa y rescatar bajo sus propias consignas y prioridades reivindicativas aquel Movimiento Estudiantil realmente Crítico, Combativo e Independiente en su accionar, frente a los diversos problemas nacionales, políticos y económicos del país.

En nuestro país, las campañas y contiendas inter-partidarias y electoreras han iniciado, demostrando cada una sus despliegues de recursos económicos y propagandísticos; contienda en las que se encuentra inmersa el partido que gobierna el país y los otros que ya se han alternado en el poder en otros quinquenios. Cada uno de estos con sus figuras, su mejor oferta y propuestas para ser el “elegido” para ir el próximo año como candidato presidencial.

Sin embargo, en medio de este “espectáculo” electorero y mediático, los niveles de pobreza, hambre, desempleo y desnutrición aumentan sobre todo en áreas vulnerables y apartadas del país. Pese a que tenemos un Canal al servicio mundial y que genera miles de millones de dólares, es evidente la mala distribución de las riquezas, es evidente la distancia entre el alto costo de vida, los alimentos y medicamentos versus los salarios que devengan la gran mayoría de los panameños y panameñas. Es decir, hay un divorcio de quienes ostentan el poder y administran el Estado con respecto a las necesidades apremiantes e inmediatas a solucionar de la población.

La coyuntura actual plantea acciones concretas a resolver, exigir respuestas y soluciones en materia de una mejor salud y seguridad social, educación de calidad, empleos, salarios, viviendas y una vida digna para las grandes mayorías; asimismo convoca a encontrarse, analizar, debatir y crear espacios de consenso en búsqueda de soluciones y alternativas frente a los problemas sociales, políticos y económicos que nos sigue imponiendo el capitalismo neoliberal, las IFI´s y el FMI; convoca a estar vigilantes de nuestra soberanía y autodeterminación como pueblo, defender nuestros recursos naturales y el ecosistema de las trasnacionales destructivas y contaminantes avaladas por el gobierno, defender nuestros pueblos originarios, las reservas naturales.

Debe ser igualmente una prioridad y responsabilidad del gobierno que administra el Estado, dotar de un buen presupuesto económico para la educación pública en todos los niveles, que realmente resuelva y garantice una educación de calidad, laica, científica e integral en todos el país; con equipamientos virtuales y digitales; acompañados con tecnologías de punta, sin escuelas ranchos o multigrados y con un plan realmente enfocado en tener profesores actualizados, capacitados y a su vez bien remunerados. Ese desde un principio fue el sueño de José Manuel Araúz y demás jóvenes mártires que en aquella gloriosa jornada y otras posteriores entregaron su vida por mejores días para la educación, la salud y para su patria.  

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