Rainer Tuñón C. / Foto: Canva Pro

Es el “juega vivo” un sistema corrupto y de arraigo cultural que permite a cualquier persona obtener algún beneficio con el mínimo esfuerzo físico, emocional e intelectual, pero también funciona como un llamado de atención para acentuar señales de alerta o posibles logros de los que cualquier panameño debería sentirse orgulloso.

Algunos comunicadores sociales y académicos lo definen a través patrón de actitudes y acciones que permea en todas las capas de la sociedad y no distingue por edad, sexo, religión, geografía, ideas políticas y conductas del diario vivir, que de hecho – para bien o para mal – logra, sin mayor atrevimiento, transformar ideas a fundamentos y se eleva a la categoría de status quo con un aceptado esquema de valores que se adueña de la normalidad y logra penetrar en la educación formal de nuestros ciudadanos.

Juega vivo es, en sí, un dicho panameño que denota el factor de la oportunidad como tendencia a tomar algo haciendo prevalecer la ventaja de las circunstancias, independientemente de las consecuencias de los actos, sustentado en la desobediencia de normas sociales, leyes y valores, y que puede asociarse a personas o grupos de personas, gobernantes y tomadores de decisiones que, por alguna razón sustentan con estas actuaciones romper reglas o maneras éticas.

Recordaba, por ejemplo, al intelectual Arysteides Turpana cuando mencionaba que la práctica del juega vivo como tal habría nacido en Panamá durante su colonización, y con ello, se hace la referencia a que “Vasco Núñez de Balboa afirmó y describió ante los Reyes Católicos cómo había descubierto el otro mar”, aunque en realidad los pueblos originarios ya lo conocían.

Ahora, el “juega vivo”, tal y como lo conocemos, es un término exclusivo de Panamá, pero su esquema conductual no lo es. Leía hace poco a un columnista, Ernesto Fuenmayor explica, en un artículo publicado en El Nacional de Venezuela, que el ejemplo se ajusta a la “viveza criolla” como “uno de esos patrones culturales que dejan en evidencia los paralelos” en las prácticas latinoamericanas que habitan países tan distantes como Venezuela y Argentina”.

Pero no necesariamente el origen del juega vivo tiene una interpretación negativa en nuestro país. Conversaba con el poeta Héctor Collado y me decía que, tal y como la conocemos, la frase proviene del lenguaje popular, citando la vivencia de un muchacho que usaba esta frase “y se la disparaba a todo el mundo” al referirse a que estuvieran atentos ante un acontecimiento o para que tomaran consejo ante una situación de la cual no se tuviese respuesta inmediata.

Ahora, ¿somos los panameños “juega vivo”? Es lo que comúnmente se dice cuando propios y extraños intentan definir la idiosincrasia local al percibir lo que somos en la cotidianeidad, tanto del ciudadano común como de quienes tienen responsabilidades en la toma de decisiones en el diario vivir. Para algunos, se trata de un sinónimo de corrupción aceptada; para otros, un valiente recurso que facilita tomar oportunidades para provocar algún tipo de cambio en nuestra sociedad. Lo cierto es que el panameño “juega vivo”.

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