Por: Rosa Mora / FAECO /Administración de Empresas Turísticas

La gentrificación turística es un proceso de transformación de localidades en decadencia en polos de atracción turística, donde el Estado promueve la inversión privada. Los desarrolladores inmobiliarios se enfocan en la construcción de establecimientos de lujo, y los lugareños, al no poder pagar el alto costo de vida, se ven obligados a abandonar su barrio, dando paso a las corrientes turísticas.

Este fenómeno mundial se ha intensificado en los últimos años, desplazándose hasta lugares recónditos, donde las afectaciones inician con los emprendedores locales que, al no poder competir en el nuevo mercado, cierran sus puertas. Las plazas, mercados y puntos de encuentro comunitario de antaño pasan a ser espacios de consumo turístico, y así, poco a poco, desaparece la historia y la cultura local.

Para el Estado, esto es renovación urbana; para los inversionistas, es la oportunidad de su vida; y para los ciudadanos con sentido común, no es otra cosa que exclusión social disfrazada de progreso.

En nuestro país, son muchas las localidades gentrificadas. Un ejemplo palpable es Boquete que, desde inicios de siglo, ha venido desarrollando un turismo de retiro para extranjeros. Las zonas históricamente ocupadas por campesinos hoy son comercios de lujo altamente revalorizados; las infraestructuras y espacios públicos no responden a las necesidades de la comunidad local, dando como resultado segregación social y espacial, aumento de impuestos y valores de los alquileres, y estigmatización de barrios tradicionales.

La verdadera modernización no debe medirse por la capacidad de atraer capitales, sino por la habilidad para integrar a todos en el proceso de transformación. Ahora, la disyuntiva es continuar con un turismo de masas, destructor de la naturaleza y gentrificador de los pobladores locales, o liderar un nuevo modelo de gestión que despierte la conciencia sobre la necesidad de proteger nuestro patrimonio frente a las presiones del mercado turístico, y evite el desplazamiento de residentes originales para que éstos mantengan viva nuestra historia e identidad cultural.

Recomendamos a las autoridades proceder a aplicar estrategias que ya han dado resultados positivos en países de avanzada, tales como: la implementación de leyes de control de alquileres, la medición de la capacidad de carga, los impuestos locales, la promoción de proyectos de viviendas de interés social y la defensa del acceso a los espacios de uso público, para hacer del turismo una actividad armoniosa, lucrativa y solidaria donde reine el respeto mutuo y la participación de todos los actores.

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