Desde la década de 1970, el cine documental en Panamá se ha consolidado como un vehículo crucial para que nos reconozcamos en los instantes más significativos de nuestra vida cotidiana. A través de su enfoque, aborda temas políticos, culturales e identitarios, permitiéndonos reflexionar y profundizar sobre nuestras costumbres, logros, fallos y sobre lo que significa ser panameño.

Si bien como manifestación cinematográfica iba creciendo desde la propaganda, la memoria histórica, las luchas generacionales y la denuncia social, su legado ha sentado sólidas bases para ser destacado entre los mejores instrumentos narrativos que dan la cara por la calidad audiovisual de Panamá. Prueba de ello se siente cada vez que apreciamos títulos relevantes como Yo no me llamo Rubén Blades (2018), de Abner Benaim; Panamá Al Brown: Cuando el puño se abre (2017), de Carlos Aguilar; Tito, Margot y yo (2022), de Mercedes Arias y Delfina Vidal; Los puños de una Nación (2006), de Pituka Ortega Heilbron; Nación de Titanes (2022), de Joaquín Horna Sosa y el reciente estreno de Hijo de Tigre y Mula (2025), de Annie Canavaggio, piezas documentales que he admirado en los últimos años.

De este último filme, sólo el hecho de permanecer cuatro semanas en las salas de cine del país habla bien del “boca a boca” que experimentó este aporte que, a criterio del abogado y político Samuel Buitrago “[…] sirve como una clase de ciencias políticas avanzadas […] maestría de ciencias políticas o de MBA para clases de liderazgo gubernamental…”

Hijo de Tigre y Mula nos sumerge en los 14 años de intensas negociaciones que llevaron a Panamá a firmar los Tratados Torrijos-Carter y nos hace recordar aquella impaciente cuenta regresiva hacia la histórica fecha del 31 de diciembre de 1999 cuando finalmente Estados Unidos devolvió el control soberano de la vía interoceánica a esta pequeña y hermosa nación que dio una gran lección de estratégica política y diplomática.

De hecho, Hijo de Tigre y Mula es una película que impacta desde una narrativa planteada como un thriller lleno de intriga, espionaje, con tonalidades y ritmo que mantienen al espectador esperando por más minutos de proyección.

El investigador en Filosofía, Ciencias Políticas y Sociales, Samuel Prado Franco, explicó que “[…] en tiempos de imperialismo, neocolonialismo y Trump, está película nos puede introducir en un período complejo de nuestra historia, en que se debatió y luchó, desde puntos de vista coincidentes y contrarios, ser una nación libre, soberana e independiente, o ser colonia, una estrella más de la bandera del coloso del norte”.

Asimismo, su directora compartió con la revista Variety que se inspiró para crear este documental después de darse cuenta de que las generaciones más jóvenes han llegado a dar por sentado el Canal de Panamá y no son conscientes de los desafíos que implicó reclamarlo de los Estados Unidos. De esta manera, con gran acierto, su directora muestra la capacidad del general Omar Torrijos de conducir con perseverancia una tarea que requirió del apoyo de todas las vertientes políticas en el mundo para luchar por la soberanía panameña, sin que los tintes ideológicos de una u otra vertiente se apoderaran del discurso, la estrategia y la meta país.

Eso sí, la cinta no está exenta de voces de protesta que se han alzado en medios y redes sociales, como la del político Jorge Gamboa Arosemena, quien no dudó en destacar que “con ese documental, vuelven a inflar la memoria del dictador”, según publicara en un artículo de opinión de El Siglo.

Con la astucia de un tigre y la terquedad de una mula, tal como lo describiera el escritor colombiano Gabriel García Márquez, a través de este documental, Canavaggio, luego de captar la atención de una audiencia que se ha volcado al cine para ver y escuchar directamente de sus protagonistas cómo un terruño alcanzó una victoria histórica, erigiéndose como ejemplo de lucha por una causa nacionalista comprendida y respetada a nivel mundial, logra rescatar necesarias reflexiones sobre el valor de la unidad y la determinación de Panamá como una gran nación.

Cabe destacar, de manera especial y profundamente evocadora, la voz del maestro trovador, Eleuterio ‘Pille’ Collado, en aquellos momentos del filme en que la Patria reclama a sus hijos con sangre y versos.

Este documental, que contó con el apoyo del Fondo de Cine de Panamá de la Dirección de Cine del Ministerio de Cultura, el Grupo Experimental de Cine Universitario (GECU), la Fundación Omar Torrijos y el Programa Ibermedia, no solo revive ese momento clave de nuestra historia, sino también fortalece nuestra memoria colectiva en el contexto actual, especialmente en tiempos en que seguimos enfrentando desafíos derivados de las amenazas de Donald Trump sobre el control de nuestro Canal.

Texto: Rainer Tuñón C. / Foto: Web Impacto Positivo

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