Panamá se encuentra ante una encrucijada que podría marcar el rumbo de su sector agropecuario por décadas. La reciente propuesta del gobierno del presidente José Raúl Mulino, que busca permitir la instalación de plantas procesadoras de carne bovina operadas por inversionistas suramericanos, ha desatado una fuerte preocupación entre ganaderos y expertos del país.

Uno de los pronunciamientos más contundentes ha sido el del decano de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad de Panamá, Eldis Barnes Molinar, quien advirtió que esta medida podría poner en grave peligro el patrimonio zoosanitario nacional.

“Esto no es un simple debate entre inversión extranjera y producción local. Lo que está en juego es el futuro de la joya de la corona de nuestro sector agropecuario: el estatus sanitario del país”, afirmó Barnes, subrayando que Panamá ha logrado, tras más de cinco décadas de trabajo, ser reconocido por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) como país libre de fiebre aftosa sin vacunación, una distinción que pocos países en América pueden ostentar.

El decano explicó que este reconocimiento no es meramente simbólico, sino que representa el pasaporte que permite a la carne panameña acceder a los mercados más exigentes del mundo, como Estados Unidos, Europa y Asia. Un eventual brote de fiebre aftosa derivado de una mala decisión “cerraría esos mercados por décadas, destruiría el valor del hato nacional y arruinaría a más de 40,000 familias ganaderas”, advirtió.

Barnes respaldó el llamado urgente de la Asociación Nacional de Ganaderos (ANAGAN), que ha rechazado tajantemente la propuesta gubernamental. En su opinión, el riesgo de permitir el procesamiento de carne de regiones donde la fiebre aftosa es endémica, incluso bajo supuestos controles, es demasiado alto y asimétrico frente a los posibles beneficios económicos.

“Antes de dar un paso que podría ser irreversible, es imperativo que la decisión se fundamente en la ciencia, no en la especulación”, sostuvo el decano. Por ello, propuso que se realice un Análisis de Riesgo de Importación (ARI) independiente, cuyos resultados sean públicos y vinculantes, para determinar con objetividad si existen condiciones de bioseguridad y trazabilidad absolutas.

Más allá de oponerse a la inversión extranjera, el académico plantea una visión de desarrollo basada en el fortalecimiento del valor interno de la carne panameña: mejorar la genética, tecnificar las fincas y posicionar nuestra carne como una marca premium, precisamente por su origen seguro y libre de enfermedades.

Finalmente, Barnes hizo un llamado firme al gobierno nacional: “Pausen esta iniciativa. Abramos un diálogo técnico, nacional y transparente. Protejamos lo que tanto nos ha costado construir. No sacrifiquemos el futuro sostenible de nuestra ganadería por una ganancia efímera que podría resultar devastadora”. Académicos advierten: proteger el estatus zoosanitario es clave ante inversión extranjera.

Panamá se encuentra ante una encrucijada que podría marcar el rumbo de su sector agropecuario por décadas. La reciente propuesta del gobierno del presidente José Raúl Mulino, que busca permitir la instalación de plantas procesadoras de carne bovina operadas por inversionistas suramericanos, ha desatado una fuerte preocupación entre ganaderos y expertos del país.

Uno de los pronunciamientos más contundentes ha sido el del decano de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad de Panamá, Eldis Barnes Molinar, quien advirtió que esta medida podría poner en grave peligro el patrimonio zoosanitario nacional.

“Esto no es un simple debate entre inversión extranjera y producción local. Lo que está en juego es el futuro de la joya de la corona de nuestro sector agropecuario: el estatus sanitario del país”, afirmó Barnes, subrayando que Panamá ha logrado, tras más de cinco décadas de trabajo, ser reconocido por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) como país libre de fiebre aftosa sin vacunación, una distinción que pocos países en América pueden ostentar.

El decano explicó que este reconocimiento no es meramente simbólico, sino que representa el pasaporte que permite a la carne panameña acceder a los mercados más exigentes del mundo, como Estados Unidos, Europa y Asia. Un eventual brote de fiebre aftosa derivado de una mala decisión “cerraría esos mercados por décadas, destruiría el valor del hato nacional y arruinaría a más de 40,000 familias ganaderas”, advirtió.

Barnes respaldó el llamado urgente de la Asociación Nacional de Ganaderos (ANAGAN), que ha rechazado tajantemente la propuesta gubernamental. En su opinión, el riesgo de permitir el procesamiento de carne de regiones donde la fiebre aftosa es endémica, incluso bajo supuestos controles, es demasiado alto y asimétrico frente a los posibles beneficios económicos.

“Antes de dar un paso que podría ser irreversible, es imperativo que la decisión se fundamente en la ciencia, no en la especulación”, sostuvo el decano. Por ello, propuso que se realice un Análisis de Riesgo de Importación (ARI) independiente, cuyos resultados sean públicos y vinculantes, para determinar con objetividad si existen condiciones de bioseguridad y trazabilidad absolutas.

Más allá de oponerse a la inversión extranjera, el académico plantea una visión de desarrollo basada en el fortalecimiento del valor interno de la carne panameña: mejorar la genética, tecnificar las fincas y posicionar nuestra carne como una marca premium, precisamente por su origen seguro y libre de enfermedades.

Finalmente, Barnes hizo un llamado firme al gobierno nacional: “Pausen esta iniciativa. Abramos un diálogo técnico, nacional y transparente. Protejamos lo que tanto nos ha costado construir. No sacrifiquemos el futuro sostenible de nuestra ganadería por una ganancia efímera que podría resultar devastadora”.

Por: Alfredo Meléndez Moulton.

Foto: FCA sede Chiriquí

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