En el universo de las ciencias sociales, donde los números se entrelazan con las historias humanas, el economista Anastacio Rodríguez ha encontrado su campo de acción. Su trabajo articula economía, género, desarrollo y políticas públicas, una mirada integral que parte de la convicción de que “la economía son las raíces del árbol social”.

Con más de una década dedicada a la investigación aplicada en temas laborales, de salud, equidad y nuevas economías digitales, Rodríguez forma parte del Centro de Investigación de la Facultad de Economía (CIFE) de la Universidad de Panamá y del equipo editorial de su Revista Científica D’Economía.

ICH: ¿Quién es Anastacio Rodríguez Zúñiga?

AR:  Soy economista egresado de la Universidad Central de Las Villas, en Cuba, cuenta con una maestría en Normas Internacionales del Trabajo por la Universidad de Turín (Italia), y una maestría en Ingeniería y Desarrollo, culminada con el Instituto de la Mujer de la Universidad de Panamá.

A lo largo de mi carrera he complementado mi formación con estudios en análisis de coyuntura regional y nacional en la Universidad de Costa Rica, y en los últimos años he trabajado como investigador del Centro de Investigación del CIFE.

ICH: ¿Cómo surgió su interés por la investigación?

AR: Entre el año 2005 y 2010, cuando cursaba la maestría de Género y Desarrollo, nuestro proyecto analizaba las políticas públicas del sector salud con enfoque de género, y uno de los hallazgos fue que los programas de primer empleo para mujeres no consideraban el tema del cuidado infantil. Esa evaluación sirvió para que el Ministerio de Trabajo introdujera medidas afirmativas en los programas siguientes.

También participé en la creación de un sistema de costos para el Observatorio de Azuero, con el Ministerio de Salud y la Caja de Seguro Social, donde diseñamos una metodología para compensar gastos entre ambas instituciones. Esos primeros proyectos me mostraron que la investigación puede tener un impacto directo en las políticas públicas.

ICH: ¿Cuántas publicaciones científicas ha desarrollado y en qué áreas?

AR: Tengo más de diez publicaciones en diferentes campos: Viabilidad económica del sistema de salud, políticas públicas con perspectiva de género, economía naranja, plataformas digitales y sectores productivos en Centroamérica.

Una de ellas fue realizada junto con la Fundación Friedrich Ebert (FES), con sede en México, donde formé parte de un equipo regional de investigación sobre desarrollo económico (Los Desafíos de la Transformación Productiva en América Latina).

ICH: ¿Cuál considera que ha sido su trabajo más relevante?

AR: Destacaría tres de mis trabajos de investigación:

  • El estudio sobre Los Desafios de la Transformación Productiva en América (Panamá), por su alcance regional.
  • La investigación sobre Economía de Plataformas Digitales y Relaciones Laborales en Panamá, específicamente repartidores de comida, que reveló la precariedad de sus condiciones laborales y la ausencia de protección sindical.
  • El proyecto en curso con el Instituto de la Mujer, que analiza los Impactos de la Geopolítica y la Globalización en los Programas de Género en América Latina. Este último busca construir un modelo econométrico que relacione los conflictos internacionales, la reducción de fondos de cooperación y los efectos sobre las políticas sociales.

ICH: ¿Qué resultados preliminares ha obtenido en esa investigación regional?

AR: Hemos identificado que la disminución de fondos de cooperación internacional afecta directamente a los programas dirigidos a mujeres, niñez y pobreza. La inserción laboral femenina y el acceso a la tierra siguen siendo temas críticos, especialmente ante el avance del extractivismo minero e hídrico en América Latina.

Nos preocupa el fenómeno del “extractivismo verde”, que se presenta como desarrollo sostenible, pero muchas veces genera más desigualdad en los territorios. Las mujeres son quienes más resisten estos procesos, sosteniendo la vida comunitaria frente a la pérdida de recursos y bienestar.

Además, los programas de transferencias condicionadas, pensados para reducir la pobreza, se han convertido en estructuras clientelares y poco sostenibles, sin ofrecer salidas reales a sus beneficiarios.

ICH: ¿Podría compartir algunos resultados de la investigación sobre trabajadores de plataformas digitales?

AR: Sí. Realizamos el estudio en 2023, encuestando a 800 repartidores de empresas como Apetito 24 y otras plataformas. Descubrimos que la mayoría no tiene contrato formal, carece de seguro laboral y trabaja con sus propios medios —moto, celular y equipo de protección—.

Es un empleo de alta rotación y riesgo, donde el “jefe” es un algoritmo y las relaciones laborales tradicionales desaparecen.

Identificamos también que la mayoría son migrantes (venezolanos y colombianos), con niveles educativos bajos, y que el número de mujeres repartidoras ha aumentado, aunque enfrentan las mismas condiciones precarias.

Una de las conclusiones más claras es la necesidad de organización sindical para negociar condiciones mínimas, como equipos de protección o vehículos de reemplazo. Hoy no existe ningún sindicato formal que agrupe a este sector.

ICH: ¿Qué dificultades ha enfrentado en el desarrollo de sus investigaciones?

AR: La principal limitación es la falta de financiamiento y de tiempo. Los investigadores de las universidades públicas también debemos impartir clases, preparar cursos y cumplir con otras responsabilidades, lo que dificulta sostener proyectos a largo plazo.
En mi caso, muchas investigaciones han sido autofinanciadas. Por ejemplo, para la encuesta de los repartidores recorrí personalmente distintos puntos del país —desde Calidonia hasta La Chorrera— para levantar datos. Aun así, creo que vale la pena, porque la investigación universitaria debe dar voz a quienes no la tienen.

ICH: Usted suele vincular la economía con la política. ¿Por qué considera importante estudiar este fenómeno desde una perspectiva social?

AR: Porque la economía es la raíz de la sociedad, la política y las ideas son las ramas y la copa del mismo árbol.  No basta con analizar el PIB o la inflación; debemos mirar las condiciones de vida reales en los territorios: la canasta básica, la desigualdad, los costos de transacción, la discriminación en el mercado laboral.

En Panamá seguimos dependiendo del sector servicios, pero sin fortalecer la producción nacional y agroindustrial, lo que nos hace vulnerables como economía importadora. Garantizar la seguridad alimentaria y la diversificación productiva es clave para nuestro futuro.

ICH: ¿Cómo influyó su formación en Género en la manera en que investiga?

AR: La maestría en Género y Desarrollo fue decisiva. Me permitió desconstruir prejuicios y mirar los problemas económicos desde otra perspectiva. Ahora, cuando analizo temas laborales, considero las relaciones de poder entre hombres y mujeres, la existencia del techo de cristal y las brechas salariales.

Por su parte, la maestría en Normas Internacionales del Trabajo me ayudó a comprender cómo los convenios y las normas internacionales influyen en las dinámicas laborales globales, especialmente frente a la digitalización y la globalización de los mercados.

ICH: ¿Qué papel deben tener los investigadores en la construcción de políticas económicas más sostenibles?

AR: Creo que debemos romper con el cortoplacismo. Las políticas económicas de la región suelen ser quinquenales y cambian con cada gobierno, lo que impide continuidad y desperdicia recursos públicos.  Necesitamos pensar en estrategias a 30 o 50 años, sostenidas por investigación, evidencia y consenso social. Solo así podremos superar el desgaste del modelo económico actual y construir un desarrollo verdaderamente inclusivo.

Sobre Anastacio Rodríguez:

Coordinador y profesor de pregrado y postgrado de la Facultad de Economía por 23 años, fue investigador asociado a la Red de Incidencia de Juventudes – Fundación Asuntos del Sur, asesor académico de la Red Centroamericana de Juventud por el Agua, asesor académico del Sistema de Estadísticas Criminales, consultor para el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y MIDES. Evaluador de proyectos sociales y juventud con enfoque de género.  Es coordinador académico del Proyecto de Formación de Liderazgo Juvenil Brújula Política, director del Programa de Liderazgo Sociopolítico para Jóvenes Agentes de Cambio.

Por: Irina Chan Castillo / Foto: Félix Villarreal

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