Recordar o hablar sobre la figura de Diana Elsa Morán Garay, es hablar de aquella mujer panameña comprometida con la pluma literaria, con las causas más nobles de su pueblo, con aquellos sueños de libertad e independencia soberana; es recordar aquella mujer que en las aulas escolares supo inculcar en los jóvenes de la época los valores cívicos y morales, al igual que ese sentimiento patriótico claramente descritos en varios de sus escritos, poemas y poesías.
Esta ilustre panameña fue hija de maestros rurales, a quienes les heredó esa actitud combativa e identificada con las clases más vulnerables y desposeídas del país. Oriunda del pueblo de Cabuya, ubicado en el distrito de Chame, quien desde muy joven se traslada al popular barrio de Santa Ana, donde empieza a convivir y compenetrarse con la realidad marginal de su entorno, donde además logra ingresar a cursar estudios en el Instituto Nacional culminando el bachillerato en Ciencias y Letras. No sin antes identificarse y participar de diversas acciones y luchas en el seno del movimiento estudiantil; como fue el caso de su destacada participación en las jornadas de movilización patrióticas contra los tratados Filos-Hines en 1947. Otro acontecimiento histórico e importante en el que esta joven panameña y revolucionaria por convicción se le ubica participando decididamente más allá de su compromiso literario fue en la lucha nacionalista correspondientes a lo que fue la gesta de enero de 1964, denunciando aquella masacre y agresión imperialista a nivel internacional y nacional.
La Dra. María Pilar Mandujano Jacobo, miembro del Centro de Estudios Literarios CEL (IIFL-UNAM), en uno de sus escritos describe que “Diana Elsa Morán Garay como intelectual y docente se dedicó a la crítica literaria y de la poesía. Fue autora de varios ensayos sobre las narrativas de José Emilio Pacheco, Gabriel García Márquez y la literatura femenina del México contemporáneo. Su poesía está vinculada a los hechos de carácter social y político. Desde sus primeros libros, Eva definida y Presentimiento de la carnal corola dilatada, se advierte la rebeldía que se acentúa en sus obras Soberana presencia de la patria y Gaviotas de cruz abierta. Estas piezas hacen referencia a la intervención norteamericana en Panamá y a la masacre juvenil en 1964. En muchos de sus poemas, cargados de ironía, nostalgia y erotismo, se fusionan hechos sociales con lo cotidiano y lo coloquial”.
Diana Elsa Morán Garay, cursó estudios y se graduó como profesora de segunda enseñanza con especialización en español en el año 1954 en la Universidad de Panamá y fue además profesora de literatura española y gramática en el Instituto Fermín Naudeau. Y de acuerdo al periodista Abdiel De León, esta joven panameña apegada a su lealtad por Panamá, “como profesional de la educación junto al ex militante normalista de la FEP, como Andrés Cantillo Murillo y un grupo cercano de educadores, en Antón fundaron y fueron los primeros actores en iniciar sin paga alguna labores en el Primer Ciclo de la Escuela Salomón Ponce Aguilera”.
Diana Morán fue además una destacada dirigente magisterial y popular en sus tiempos, llegando a ocupar el cargo en la Secretaría de Cultura y Asuntos Educativos en la Asociación de Profesores de la República de Panamá fundada en 1945; una mujer siempre entregada a la lucha por los derechos humanos de las personas, antiimperialista y revolucionaria panameña por convicción política e ideológica, fue una internacionalista y solidaria; llegando incluso a ser parte de esa pléyade de hombres y mujeres que desde sus respectivas trincheras hicieron resistencia popular contra en ascenso militar que ya se venía configurando en el país a finales de los años ’60. Su poesía combativa y revolucionaria fue publicada en Panamá, Cuba, Colombia, México, Guatemala, Estados Unidos, Chile, España entre otros países.
Siendo docente en el Instituto Fermín Naudeau, donde orientó a cientos de jóvenes en temas gramaticales, literarios, en el amor por el arte y por la patria; una vez se dio el golpe de estado militar dirigidos por Omar Torrijos Herrera y Boris Martínez el 11 de octubre de 1968, por estar vinculada a los movimientos sociales y de izquierda en el país, la poetisa Diana Morán fue duramente perseguida, incluso llegó a estar encarcelada por un tiempo; luego de varias acciones de solidaridad de sus compañeros gremialistas y del movimiento popular que resistía a los militares golpistas, logra salir en calidad de exiliada hacia Venezuela y posteriormente a México el año 1969, logrando graduarse allá como Doctora en Letras Hispánicas en el Colegio de México con la tesis titulada: “Cien Años de Soledad: novela de la desmitificación”. Desempeñando además los cargos de investigadora y profesora en el Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios en la Universidad Autónoma Metropolitana, y manteniendo siempre niveles de coordinación, encuentros y de organización con otros luchadores panameños también exiliados en ese país latinoamericano.
Cabe señalar que Diana Elsa Moran Garay, como luchadora social y orgánica de esa época, fue también militante en organizaciones políticas de izquierda, vinculantes o allegadas a grupos como Vanguardia de Acción Nacional VAN, organización que posteriormente se vincula al denominado Frente de Resistencia Popular FRP, que surge a razón de la alianza entre el VAN y el Movimiento de Unidad Revolucionaria MUR, para resistir al régimen golpista y militar del ’68. Frente de Resistencia que posteriormente un 29 de julio de 1970, pasó a denominarse Movimiento de Liberación Nacional 29 de Noviembre MLN-29, organización política y revolucionaria panameña que contó con la participación de Diana Moran aun estando en el exilio y del cual fue miembro hasta el momento de su muerte.
La autora de Soberana Presencia de la Patria, Gaviotas de Cruz Abierta (obra que le otorgó el premio Ricardo Miró en 1965), La patria de los niños, Al Che, superlativo soñador de lo impensado, Viet-Nam, cinco cuadros, ¡Oh, Patria!, El Color de la sangre jamás se olvida, Para el 2000: Debemos ser tercos, entre muchas de sus obras son el legado de escritos poéticos y literarios que los panameños y panameñas han heredado de aquella Diana Morán que por sus convicciones claras e inquebrantables ha sido la única poetisa panameña lanzada al destierro, «despojada de la patria», como lo señala ella misma en sus versos.
Cabe destacar que estando en exilio, una de sus peticiones antes de morir fue que sus cenizas fueran vertidas en su patria querida, específicamente en las aguas del Canal de Panamá, por el simbolismo histórico, inspirador en sus poemas y poesías, y por el significado de lucha que fue para Diana Elsa Morán Garay. Petición que le fue cumplida en el año 2004, ya que durante la conmemoración del 40 aniversario de los sucesos ocurridos en la gloriosa gesta patriótica de enero de 1964, con la anuencia de sus familiares, amistades, compañeros de lucha de su época y con el respaldo de organizaciones populares y sindicales del país sus cenizas fueron esparcidas en las aguas canaleras.
Al cumplirse este 10 de febrero del presente año, 35 años de la muerte de Diana Elsa Morán Garay, en las aulas y en las calles; su legado histórico, literario, ideológico, académico, patriótico y militante siguen vigentes en muchos de sus poemas y poesías; muy particularmente en el que nos dice que como panameños “…debemos ser TERCOS”. Por lo que, ante la realidad actual debemos ser TERCOS en la defensa de nuestro pueblo y sus legítimos intereses económicos, políticos, culturales, reivindicativos, ambientales y sociales; TERCOS frente a las injusticias y contra la corrupción; TERCOS en la defensa de una educación pública, laica y de calidad en todos los niveles; TERCOS en la búsqueda de una mejor condición y calidad de salud para la población panameña; TERCOS en la defensa de los recursos naturales, acuíferos, minerales; TERCOS en esa búsqueda de esa igualdad y equidad social.
Por. Félix E. Villarreal V.