El respeto es un valor fundamental que todo ser humano debe seguir, se práctica a diario de forma directa o indirecta y forma parte de ética de cada individuo.

El plagio se ha vuelto un tema común, tan común que olvidamos viola una ley la del Derecho de Autor, la cual dice que cuando no se menciona el autor del trabajo original, se viola su derecho y se incurre en plagio, qué en Panamá, está normada desde agosto de 1994 y fue posteriormente modificada por la “Ley 64 de 10 de octubre de 2012”.

En el caso de los medios de comunicación, esta Ley en su artículo 38 señala que la titularidad de los artículos u otras obras periodísticas, que se hayan realizado bajo contrato laboral con un medio de comunicación social, se regirá por el artículo 8, que dice “el autor es el titular originario de los derechos morales y patrimoniales de su obra”.

¿Pero se respeta la norma? ¿Se hace del conocimiento del autor qué se utilizará su trabajo u obra? Esta pregunta muchas veces tiene como respuesta un no, pues con sólo encender el televisor o leer algún artículo, observamos como los medios publican la misma información sin mencionar los créditos.

El problema de todo esto, es el irrespeto sin medida, el trabajo investigativo de un comunicador, sus fuentes y tiempo dedicado para elaborar una noticia cuyo contenido es netamente original, basado en información pura.

Esto sucede cuando no se castiga como debe ser a los que plagian, a los que sólo con copiar y pegar arman todo un artículo noticioso, llevándose los méritos ajenos, a este tipo de personas no se les debe llamar comunicadores, pues se viola  la profesión; pero, dirán muchos que no son profesionales de los medios y desconocen las leyes de derecho de autor, esto no exime el ser ético y mencionar su fuente o el autor de donde se captó la información, pues “si se puede consultar pero sin olvidarnos de referir o pedir permiso para usarla”.

La Ley 64 menciona en el artículo 74, que «se sanciona a quienes utilicen de forma indebida o sin autorización de un material, con hasta 50 mil dólares y pena de hasta 4 años de cárcel», castigos que muchas veces son ignorados, viendo la norma como un simple papel al que muy pocos respetan, pues dirán que cambiando unas palabras e ignorando el autor original para ponerle su propia firma, se convierten en los autores del trabajo.

Si nos vamos al caso de los medios digitales el problema es más grande, la inmediatez por tener la primicia, trae consigo faltas como mala ortografía, veracidad, ignoro total del autor, llegando a publicar videos intactos de Youtube o de fuentes extrañas, que no son vistos antes de subir al internet por un periodista, sino por un administrador de redes sociales, que desconoce que debe o no ser público, mucho menos que existe una Ley de Derecho de Autor.

Lo más triste de todo esto es que esas malas noticias, con información falsa donde no se puede verificar la fuente, están colgadas en la web, son vistas a nivel mundial, y el medio que subió esa información es el responsable de eliminarla o al menos sacar una nota aclaratoria, mencionando la fuente (cuando se conoce) o de donde obtuvo el material y manteniendo el compromiso de informar no de desinformar.

Nada es más satisfactorio que reconocer el trabajo digno, el sacrificio, esmero y dedicación de los autores de obras, materiales, investigaciones o productos; exijamos se respeten las leyes que no son hechas para no aplicarse, sino para reglamentar y poner orden, y no seguir con la cadena de plagio a la cual nos enfrentamos.

Estamos a tiempo, inculquemos a las nuevas generaciones a que no sigan esas malas prácticas de copiar y pegar, que sean artífices de sus propias creaciones, bien dice el dicho “más vale prevenir que lamentar”.

“Universidad de Panamá, la #1 en Educación Superior”

Por: Ingrid Amaya V.      Foto: tomada de orquestamedia.com